Nuestros Murales y Esculturas

Emplazados en la Sede Sarmiento (Once) de Hebraica.

En los primeros años de la década del ’40, antes de la creación del Estado de Israel y durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, los dirigentes de la Sociedad Hebraica Argentina habían nombrado como Director de Artes Plásticas al escultor Luis Falcini. Este hombre reservó tres paredes con la impregnación necesaria para la posterior pintura de murales en la sede de la Hebraica en los momentos que se estaba finalizando la construcción del nuevo edificio.

Además, convocó a jóvenes artistas para que realizaran los murales en los lugares que él había reservado y eligió, entre todos los que se presentaron, a tres jóvenes artistas plásticos: Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Demetrio Urruchúa. Todos ellos se convertirían en destacados artistas plásticos que con los años fueron parte fundamental de las Artes Plásticas de nuestro país. Y lo mismo sucedería con otro de los escultores seleccionados, Antonio Sibellino.

Mural de Antonio Berni

Pintor, grabador y muralista argentino, Antonio Berni nació en 1905 y falleció en 1981. El mural al que nos referimos está ubicado al pie de la escalera, a la derecha del hall de entrada. Tiene como título tres conceptos emblemáticos: “Literatura, Artes Plásticas y Música”, que dan cuenta de la importancia que estas disciplinas tenían y tienen en la SHA.

Este fresco fue realizado en el año 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. ¿Qué representa? Antonio Berni no solo era un artista plástico notable, era un extraordinario dibujante. Rodeando a una musa inspiradora, el mural registra los rostros de grandes figuras de la cultura universal: Miguel de Cervantes, Shakespeare, Dante Alighieri, Beethoven, Debussy, Cézanne, Miguel Angel, Goya, Scholem Aleijem, Jaim N. Bialik, entre otros. Es un símbolo de un mundo mejor, de un mundo regido por la cultura, el arte y el conocimiento. La propuesta de Berni puede sensibilizarnos; más aun, puede comprometernos a ser protagonistas y luchar por un mundo mejor, donde el encuadre esté guiado, como lo propone este gran artista, por las artes en tanto manifestaciones de la actividad humana por excelencia. Una de las cosas que bien se pueden hacer como ejercicio de la memoria, es tratar de identificar quiénes son las figuras que, seguramente, algunas o muchas de ellas vimos, o conocimos o leímos.

Las obras se planificaron dentro del proyecto de construcción del nuevo edificio para la SHA en Sarmiento al 2200. El 12 de octubre de 1941 se colocó la piedra fundamental de la actual sede donde se conservan las obras hasta el presente. Los actos de inauguración del edificio debieron esperar hasta 1944, así como también el descubrimiento público de los frescos.

La Comisión de Artes Plásticas, bajo la dirección de Falcini, se ocupó de las obras artísticas que decorarían el edificio, seleccionando a los artistas, evaluando los bocetos presentados, el sitio que le cabría a cada obra y la temática a desarrollar.

En cuanto a los murales, las disposiciones respecto de los temas elegidos respondieron a los objetivos institucionales relativos a las actividades culturales de la institución: cursos y conferencias de literatura, historia, arte, conciertos, representaciones teatrales, etc. De diferentes maneras, los murales representaron el perfil intelectual, educativo y cultural de la entidad.

Entre los factores que determinaron quiénes realizarían los trabajos decorativos más significativos del nuevo edificio de la SHA, la afiliación política de los artistas fue decisiva. La elección se hizo dentro de un ámbito específico del campo de las artes plásticas. Se trataba de activos militantes que protagonizaron debates estético-políticos en esos años y que fueron identificados por sus contemporáneos con los movimientos de izquierda y las luchas antifascistas.

Cabe señalar la enorme influencia que ejerció en estos y en otros artistas argentinos el muralismo mexicano, especialmente a través de uno de sus principales exponentes, el pintor David Alfaro Siqueiros, quien había visitado la Argentina en la década del ’30. Siqueiros fue uno de los impulsores del movimiento artístico basado en la función social de la obra de arte como herramienta de transformación de los pueblos.

Todas las obras de este recorrido están declaradas “Bien Integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires”, de acuerdo con la Ley 1227, art. 4, inciso h).

Mural de Demetrio Urruchúa

Demetrio Urruchúa fue un artista plástico argentino nacido en 1902 y fallecido en 1978, reconocido internacionalmente por sus frescos y murales. El mural realizado en 1943 está ubicado en el primer piso de la SHA en la que entonces era la entrada a la Biblioteca Popular “Alberto Gerchunoff”, la biblioteca pública que Hebraica tiene desde sus orígenes.

“Pública” quiere decir que cualquier persona puede ingresar y consultar un libro en la sala. Es una biblioteca notable de libros humanistas y sobre judaísmo, una colección de volúmenes extraordinaria al alcance de quien quiera sentarse y tener muy buenas lecturas. El texto que aparece en el mural de Demetrio Urruchúa contiene las leyendas: “La Cultura Dignifica a los Hombres y Hermana a los Pueblos”- título de la obra-, “La Ciencia en Busca de la Verdad” y “El Libro Abre Nuevos Horizontes”. Es un fresco de 3,50 x 3,27 metros y muestra personajes de distintos orígenes hermanados, por supuesto, por la cultura y el conocimiento; distintos orígenes porque cada uno tiene su marco y su encuadre cultural que sumado a los otros se transforma en un hecho que produce solidaridad, hermandad y encuentro a través del saber.

Mural de Juan Carlos Castagnino

Si bien fue realizado en el año 1943, se dio a conocer junto con los murales de Berni y Urruchúa al mismo tiempo al año siguiente. Juan Carlos Castagnino, pintor notable y docente, enseñaba en las escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires. Nació en 1908 y falleció en 1972.

El mural de Castagnino tiene un título sugerente que da cuenta de su contenido: “La Ofrenda de la Nueva Tierra”, frase que está grabada en el mural. La obra representa varias figuras que llegan al país y otras que están esperando. Y muestra también, fundamentalmente, el puerto, lugar por donde entraban los inmigrantes a esta noble tierra argentina. Seguramente nuestros padres o nuestros abuelos, en gran medida, llegaron a Buenos Aires a través de ese puerto en los procesos inmigratorios desde una Europa difícil que debieron abandonar para preservar su vida en busca de un futuro mejor. Este mural, que mide 3,34 x 3,29 m, está ubicado en el Café Literario, en la planta baja de la SHA, que en aquel entonces se llamaba Salón Blanco, y que funcionaba como una de las dos o tres galerías de arte que había entonces en la Ciudad de Buenos Aires con exposiciones y muestras de artes plásticas. Durante décadas, en esta sala, se realizaron notables y variadas exposiciones.

Mural de Juan Batlle Planas

Un mural extraordinario, ya no con la técnica del fresco como los de Berni, Castagnino y Urruchúa, sino que con la técnica del mosaico, y realizado en 1962.

 Juan Batlle Planas era un artista extraordinario, un representante, quizás el más notable, del movimiento surrealista en nuestro país. Nació en 1911 y falleció en 1966. Era muy amigo de la Hebraica, por lo que los arquitectos que realizaban la construcción de la ampliación del edificio en aquel momento, le encomendaron la realización de un mural en el hall de entrada. Y este mural realizado en mosaico veneciano (piedrita por piedrita) demandó dos años para poder realizarlo y concretarlo. Cada vez que se entra a la SHA, vale la pena detenerse un momento, porque cada vez se encuentran nuevos detalles en esta obra estupenda.

Son escenas y símbolos de la historia del pueblo judío, y lleva por título “El Pueblo Hebreo”. Una de sus escenas es fundamental: la figura de Moisés recibiendo las Tablas de la Ley. Y también aparece como protagonista uno de sus símbolos, quizás el más importante, la menorá (candelabro) en el frente del mural, cercano a la imagen de Moisés. Tiene 11 m de largo x 2,50 m de alto. Es un mural muy grande que llama muchísimo la atención y que protagoniza y valoriza el hall. Por supuesto, el mural tiene fuertes colores que también fueron realizados por Juan Batlle Planas, que concurrió semanalmente durante los dos años de su realización para supervisar su desarrollo y contó con la colaboración del ceramista Sime Pelicaric. Lo invitamos a que, antes de retirarse, vuelva a apreciar esta obra y encuentre nuevos detalles que no había visto anteriormente.

Friso escultórico de Leo Vinci

El prestigioso escultor Leo Vinci nació en Buenos Aires en 1931. Esta obra escultórica se realizó con motivo del atentado a la Amia, después de la cual las instituciones judías tuvieron que colocar en sus accesos bloques de cemento como una forma de protección.

La protección de los ciudadanos es responsabilidad del Estado, sin embargo las instituciones decidieron optar por este sistema para también protegerse de cualquier situación delictiva posible. La obra, titulada “La Hermandad Entre los Pueblos”, tiene 40 m de longitud y 1,50 m de alto.

Es un friso escultórico compuesto de trece módulos, y tiene un título muy sugerente e importante, que era lo que la institución quería transmitir para que no fueran simplemente bloques de cemento como protección, sino una obra de arte con un mensaje de unión entre los pueblos y anhelos de paz. Y eso fue lo que se le encargó a Leo Vinci. Estos trece módulos están ubicados sobre la vereda al lado del cordón, sobre la calle Sarmiento, y abarcan las dos fachadas de la institución, la sede social y el teatro SHA. ¿Qué es lo que simboliza esta obra? Es una gigantesca bandera ondulante, una suerte de pancarta presentada como si estuviera llevada por muchas personas en una manifestación; y esta bandera ondulante está recorrida por un pentagrama musical en el que, en lugar de notas musicales, se puede leer la palabra “Paz” en castellano, en inglés, en hebreo y en árabe, entre otros idiomas.

Escultura de Antonio Sibellino

Sibellino fue un escultor extraordinario y de una enorme cultura nacido en Buenos Aires en 1891 y fallecido en 1960. La escultura se realizó en 1944 y sus tres personajes representan a “La Familia Hebrea”, por ende, tal es su título.

 Es un bajorrelieve de piedra reconstituida de 2,50 m x lado. Originalmente estaba emplazada en la escalinata de entrada en la pared exterior de la SHA. Allí estuvo ubicada durante varios años y, cuando se comenzó la construcción de un nuevo anexo del edificio, fue retirada y ubicada en un patio interno en el subsuelo. Sibellino estudió en el taller del escultor Torcuato Tasso, en la Academia Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires) y en la Academia Albertina de Turín. 

Su talento fue reconocido con galardones como el “Primer Premio de Honor” en el XLV Salón Nacional de Buenos Aires (1956) y el “Premio Adquisición” en el Salón de Mar del Plata, gracias a su bronce “Serenidad” (1948). Al regreso de su estancia en París, Sibellino proyectó la serie “La Familia”, que consistía en distintos relieves que serían ubicados como elementos ornamentales en edificios o establecimientos educativos. La serie de relieves fue iniciada en la década del ’20 a partir de diferentes dibujos que le servirían para retomar el proceso de trabajo. Es desde algunos de esos bocetos que en la década del ’40 lleva a cabo piezas como “Nacimiento” (1941), “Las Generaciones” (1942) y la presente obra, “La Familia Hebrea” (1944). Sibellino fue uno de los representantes de las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX en el Río de la Plata.

Vitraux de Luis Seoane

Luis Seoane nació en Buenos Aires en 1910 y falleció en La Coruña en 1979. Su vitraux está ubicado en el hall del Teatro SHA.

Es decir, cuando uno entra al teatro, en lugar de ingresar directamente a la sala, conviene antes dar media vuelta y mirar hacia la calle, y ahí, en la parte superior de las puertas de ingreso, se encuentra el vitraux. Un vitraux extraordinario realizado en 1968, es decir, en el año de inauguración del teatro SHA.

Los arquitectos de aquel entonces, Aisenson y Gottschalk, invitaron a Luis Seoane, refugiado de la Guerra Civil Española, a que realizara una obra con motivos alegóricos relacionados con el teatro y la creación.

El mural, que mide 3,5 x 12 m, registra lo siguiente: un desarrollo geométrico multicolor, que simboliza la diversidad de personas que asisten al teatro; es el público heterogéneo del teatro de la ciudad, que accede al hecho creativo que se va a brindar dentro de la sala; es la gente que aguarda precisamente en el hall para ingresar a la sala. El vitraux se ilumina con la luz natural de la calle durante el día y tiene iluminación fluorescente propia durante la noche. Está realizado con acrílicos multicolores de origen italiano, algunos de los cuales debieron ser reemplazados a causa de los daños producidos por un atentado de bomba en 1978. Obsérvenlo con atención, es un vitraux que, al igual que los demás murales de Hebraica, emociona mucho e invita a observarlo cada vez que uno entra al teatro.

La confusión entre "metas" y "perfección" parece, en mi opinión, caracterizar nuestra época.

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